Santa Victoria Oeste. Coctaca. "Candelaria" en Humahuaca


Como del año pasado me habían quedado varios lugarcitos por conocer, enfilé nuevamente "al norte".  Mientras averiguaba en La Quiaca para ir a Yavi me había enterado que desde ahí se podía ir a Santa Victoria Oeste (también existe Santa Victoria Este).  Así que ¡allá fui! 

Llegué y me tomé un colectivo directo a La Quiaca (pasé la noche en la Casa Belén, atrás del Mercado, que alojaba por precios irrisorios, creo que ya no está más).  

Según me habían dicho, no hay transporte público a Santa Victoria Oeste sino que el trayecto lo cubren unas camionetas que salen después del mediodía del Mercado de La Quiaca, así que me puse a preguntarles y arreglé con una.  Así me enteré de que la gente de SVO y parajes cercanos viajan a La Quiaca a abastecerse o a hacer trámites, por eso llegan a La Quiaca en las camionetas tempranito a la mañana y se vuelven a eso de las tres de la tarde.  

Mientras esperaba para salir, iba viendo todo lo que le iban cargando en la parte de atrás: bolsas de arroz, de fideos, de azúcar, packs de gaseosas, garrafas, materiales para construir, herramientas...  Incluso, ¡hasta algunos viajaban atrás en la caja con las cosas!  

Y me acuerdo que me encantaron las mujeres que también iban, re charletas conmigo (o sería la curiosidad de ver una "gringa" que iba por allá...) diciéndome lo linda que era SVO, "mucho más que Iruya, ¿eh?". Y para mí ¡tienen razón! Es de esos lugares, como el Valle de la Luna, hermosos pero de muuuy difícil acceso...
en esa camioneta viajé a Santa Victoria Oeste
Santa Victoria Oeste queda a unos 120 km al este de La Quiaca, ya en territorio salteño, en un camino que se hace en unas cuatro/cinco horas ya que hay que subir y subir atravesando cerrazos (se llega a los 4550 msnm en el Abra de Lizoite que es el límite provincial) y luego bajar hasta el pueblo, a unos 2400 msnm.  Me acuerdo cómo me impresionó el fastidio de los locales por tener que pasar "por tanta puna...", de hecho estaban contentos porque la Pcia de Salta estaba construyendo un camino a Orán así ya no tendrían que ir a La Quiaca para abastecerse.
camino a Santa Victoria Oeste
En el camino, que me acuerdo que ¡bien frío se puso en la parte más alta!, estábamos dele ver vicuñas, llamas, ovejas y ¡hasta vacas!  Y cada tanto se iba bajando gente con sus cosas (es algo que siempre me impresionó de los viajes en el norte, la gente se baja en medio de "la nada" -para nosotros, seres urbanos, desde ya- y es inexplicable a dónde van, dónde está su casa que a simple vista no se ve, claro, tienen aun varias horas de caminata para llegar, ¡increíble!). 
camino a Santa Victoria Oeste
Cuando llegamos, re macanudos los de la camioneta que me acompañaron a la Muni a averiguar por alojamiento y ya era tan tarde que no había nadie asi que fuimos a Gendarmería donde me dieron el dato de alguien que alojaba.
Santa Victoria Oeste
Ahí nomás salí a recorrer, ¡re lindo el pueblo! casi como Iruya, con sus callecitas empinadas, sobre la ladera del cerro, pero me pareció más bucólico digamos, sin la invasión turística, con la acequia en medio de la calle, un poco más verde (se nota que es más bajo), muy, muy agradable me resultó...  Nunca me olvido cómo me impactó cuando, andando por el pueblo, bien abrigada, ya se había puesto el sol, escucho desde una tele un noticiero porteño: "¡ola de calor en Buenos Aires!" y pensaba: ¿qué le importa a esta gente que vive en la altura con bastante frío desde la tarde, ¡ni hablar en la noche!, que en Buenos Aires haga un calor bárbaro? algo obvio encima por ser verano... En fin...
De casualidad encontré un comedor donde cené unas milanesas y al día siguiente me desperté ¡con una vista hermosa!
vista desde mi alojamiento en Santa Victoria Oeste
Me desayuné unas frutas que había comprado en La Quiaca y salí a caminar.
Santa Victoria Oeste
Santa Victoria Oeste

Santa Victoria Oeste
Andando por los alrededores, ¡hermosísimas las vistas!, me acuerdo que me cruzaba con gente que iba y venía llevando mulas cargadas o simplemente yendo a quién sabe donde (seguramente la rara era yo y ellos andaban como Juan por su casa...).  Ellos andando rapidísmo sólo con sus rústicas sandalias que hasta metían en el río que inevitablemente había que cruzar (más en verano que es, más que época calurosa, temporada de lluvias) y yo re tranqui y quitándome el "calzado de trekking" a cada rato para cruzar el río.
Santa Victoria Oeste
Al otro día tocó madrugón para volver ya que a las cuatro de la mañana salen las camionetas a La Quiaca.  Impresionante que en varios tramos no se veía nada, pura neblina.

Una vez en La Quiaca empecé a averiguar para ir a Santa Catalina, al oeste de La Quiaca, pero nada, imposible tener un dato cierto de cómo ir así que me volví a Humahuaca nomás.

Ahí me enteré de que había un Festival en Coctaca, un paraje cercano.  Lo qué más me acuerdo fue haber viajado desde Humahuaca en una combi ¡con copleros!  en realidad lugareños con sus mejores galas y sus cajas para coplear pero para mí era todo un honor compartir el viaje con ellos.  Era el Festival de Sabores Andinos que, aparte de tener Coplas y Ofrenda a la Pachamama como todos los festivales, era una muestra/concurso de comidas típicas, ¡buenísimo!
copleros en el Festival de Coctaca
copleros en el Festival de Coctaca
ofrendando a la Pachamama en el Festival de Coctaca
comidas típicas en el Festival de Coctaca
comidas típicas en el Festival de Coctaca
 Coctaca y sus antiguos andenes de cultivo
Al otro día anduve paseando por el pueblo y ya desde la tarde se empezaban a ver bandas de sikuris cerca de la iglesia.  Es que la noche del 1 de febrero es muy especial allí ya que al día siguiente se celebra a la Candelaria, la Patrona de Humahuaca y, como en gral. en las Patronales, la "víspera" ¡ya es parte del festejo mismo!  Re lindo escuchar a los sikuris pero lo más loco fue El Torito: alrededor de la plaza, frente a la iglesia, va recorriendo un promesante con un disfraz de toro, que va como toreando a la gente y tirando cohetes.  Todo el pueblo estaba ahí, ¡re simpático! Y después hubo un recital al aire libre con músicos de la zona, la "Serenata a la Candelaria" ¡muy lindo!
Banda de Sikuris en la víspera de la Candelaria en Humahuaca
Baile del Torito en la víspera de la Candelaria en Humahuaca
Y al día siguiente, el 2 de febrero, fue el día de la Candelaria, Patrona de Humahuaca.  Después de la misa, muchísima gente salió en una larguísima procesión por el pueblo.  La verdad, no fue una celebración que me impactara especialmente porque la vi como demasiado católica, por así decir.  Yo que me había emocionado con tantas ofrendas a la Pachamama en otras celebraciones y acá primaba el rito católico.  Entiendo el sincretismo y es re loco cómo la gente del lugar tiene simultáneamente devoción por la Virgen y por la Pachamama, pero a mí me atraen más las celebraciones que actualizan rituales ancestrales, cuestión de gustos nomás...  Lo que sí, fue la primera vez que vi el ritual de la Cuarteada donde, en la procesión, dos personas llevan medio cordero (cada una agarrada de una pata, de un cuarto, de ahí el nombre) y en un momento determinado la zarandean bien fuerte hasta que se rompe y se quedan cada una con un cuarto.
Procesión el día de la Candelaria en Humahuaca
Cuarteada en la Procesión de la Candelaria en Humahuaca
Al otro día me hice una escapadita a Iruya.  Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que fui a Iruya, se terminó convirtiendo en una rutina ir para allá en algún día "libre" que tuviera, un poco tambíen para escaparle a las multitudes en Humahuaca y andar entre esos cerrazos coloridos.
Camino a Iruya
Camino a Iruya
Iruya
 Iruya
Y ya pegando la vuelta pasé por Purmamarca y recorrí el hermosísimo Camino de los Colorados.
el Camino de los Colorados en Purmamarca
Los últimos días fui a Chicoana a visitar a la familia y fuimos con El Gringo, un gaucho re macanudo de ahí, a caballo a la Quebrada de Tilián.  ¡Re lindo!   Es a un par de horas saliendo del pueblo, viendo en el camino los tabacales en flor, listos para la cosecha, con el fondo de los cerros mucho más verdes que los de la Quebrada (y también, es como 2000 metros más bajo).  Y en Tilián el río estaba re crecido y nos metimos andando en la quebradita entre piedrazones, ja, ja
los tabacales de Chicoana
con Maxi en Tilián
Cabalgata en Chicoana
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Sobre Vicky Yened

Hace unos 15 años que descubrí la Quebrada y Puna. Fue un flash... tremendos paisajes con cerrazos coloridos, cóndores, llamas, vicuñas, cardones, que desde hace miles de años moldean un hábitat sencillo y estremecedor... pero lo que más me impactó es la cultura viva que aun se mantiene y conmueve... la Pachamama siempre presente, las chayadas, las apachetas, las ofrendas, las rondas de coplas... Así que ahí ando, cada vez que puedo me hago escapaditas revitalizantes.

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